Colonia Patricia Corduba.
Texto y fotografías de Alfredo G. Manzano e Isabel Aladrén.
A escasas tres horas de AVE se encuentra Córdoba de Zaragoza o Zaragoza de Córdoba, según se vea.
La pasada lejanía entre ambas capitales ya es solo un recuerdo y el interés cultural que despierta la ciudad andaluza, la convierte en un destino atractivo y accesible aunque dispongas de pocos días. En mi caso solo tres. Como el 23 de abril era festivo en Aragón y caía en viernes, que mejor ocasión para una escapada de fin de semana a uno de los lugares con más encanto de la geografía española.
En primer lugar había que buscar un alojamiento adecuado, y que mejor que aprovechar las ofertas que algunos hoteles brindan a sus clientes de fin de semana. Dos noches con desayuno buffet incluido en un hotel de cuatro estrellas en pleno barrio de la judería, el NH Amistad Córdoba, a un precio más que interesante, parecía la opción más apropiada.
Resuelto viaje y estancia, a disfrutar de Córdoba.
A disfrutar de la ciudad.-
Nuestro AVE llegó a las 13 horas, con el tiempo justo para dejar las maletas en la habitación y salir a buscar un sitio para comer. Los precios del restaurante del hotel nos disuadieron de quedarnos allí. Al estar en pleno centro histórico fue muy fácil encontrar un lugar.
No buscamos mucho, la verdad. Un restaurante con el comedor ubicado en uno de esos bellos patios cordobeses nos pareció el sitio adecuado.
Y como menú que mejor que algo típico para ir entrando en ambiente; salmorejo y flamenquín.
Con el buche lleno era ya momento de patear sus típicas calles floridas y llenas de encanto que conforman lo que fue la antigua Medina árabe.
La Mezquita.-
Tras sortear a las insistentes gitanas que nos querían leer la mano, fuimos directos a visitar la antigua Mezquita actual catedral de Córdoba, patrimonio de la Humanidad. Tras un paseo preliminar por sus jardines nos adentramos en su interior.
Hay que reconocer que la primera visión resulta impresionante y cuanto más recorres su estancia repleta de columnas y arcos dobles de herradura y medio punto, de una belleza majestuosa, más consciente eres de la importancia y grandeza que en su día tuvo para el mundo islámico occidental. No en vano fue la tercera mezquita más grande del mundo.
Al ser viernes y laborable en Córdoba, la afluencia de público no era muy numerosa, lo que nos permitió visitarla con comodidad y poder hacer fotografías sin el incómodo gentío.
El Alcázar.-
Nuestra siguiente visita fue al Alcázar de los Reyes Cristianos.
Palacio fortaleza desde donde se dirigieron las últimas gestas militares hasta la toma final de Granada por los Reyes Católicos .
Destacan sus hermosos jardines por los que disfrutar dando un paseo.
Sus fuentes, así como los restos que allí se exponen de mosaicos encontrados en antiguas villas romanas.
Paseando entre callejuelas.-
Tras completar la tarde recorriendo sus estrechas calles, decidimos parar a cenar en el restaurante La Abacería, junto a la Mezquita.
Hay una variedad de tapas cordobesas e internaciones, tradicionales e innovadoras, de una calidad excepcional y a un precio totalmente asequible.
Tanto, que el resto de los días comimos y cenamos en el mismo sitio.
No puedo pasar sin saludar a Pepe, el entrañable camarero que nos colmó de atenciones en todo momento.
Una visita a un tetería típica marroquí para degustar sus tés y sus dulces y a disfrutar del merecido descanso.
Otras visitas importantes.-
A la mañana siguiente un desayuno de lujo nos puso las pilas para patearnos sin descanso las calles y los rincones del casco antiguo cordobés. Enumerar todos y cada uno de los encantos con que la ciudad obsequia al visitante se haría interminable, pero lo que sí puedo recomendar fervientemente es que hay que perderse por sus calles, sin prisa, con atención, descubriendo a cada paso los detalles que evidencian su relevante pasado y la vitalidad de su presente. Calles floridas, patios con encanto y la gracia de sus gentes armonizan con los lugares a los que la historia ha reservado un espacio primordial.
La Sinagoga.-
Destacan a modo de ejemplo, la Sinagoga, vestigio de la importancia que la cultura judía tuvo en su día y que dio a Córdoba personajes ilustres como Maimonides, filósofo, médico, rabino e intérprete de la ley hebrea; o su puente de origen romano, que daba paso sobre el Guadalquivir a la principal vía que cruzaba Hispania de norte a sur, prueba evidente de la importancia de la romana Corduba, cuna del filósofo, dramaturgo, político y eminente escritor Séneca; y por supuesto la Mezquita como máximo exponente de su pasado islámico.
Plazas y lugares con encanto.-

Pasear por sus calles es revivir su historia y que mejor colofón al día que un paseo nocturno guiado en el cual poder observar y conocer con otra óptica para comprender mejor todo aquello ya visitado durante el día.
El domingo, tras otro copioso y opíparo desayuno, se nos planteó la duda de si visitar la Medina Azahara o quedarnos en la ciudad para conocerla mejor saliendo de sus rutas más habituales. Optamos por lo segundo y nos perdimos por sus calles sin rumbo fijo, guiados por un plano turístico que nos llevó entre otros, a rincones tan emblemáticos como la Plaza de Capuchinos y su Cristo de los Faroles, o el Palacio de Viana, con sus doce patios y las colecciones de antigüedades que atesora en su interior.